MAMBO
Damaso Pérez Prado
Gestor del Mambo
El Mambo es un ritmo genuinamente cubano, producto de
una profunda transformación que venía teniendo lugar en la música cubana desde
los años treinta, con brotes ciertamente revolucionarios. En la década de los
cincuenta del pasado siglo, el Mambo irrumpía con su novedad en las pistas de
baile cubanas y se extendería, y en México encontraría otros afanados cultores.
Aunque otros nombres le precedieron en el camino de gestación del género, quien
estructura realmente el Mambo es el pianista matancero Damaso Pérez Prado
(1916-1989), intérprete y compositor quien empezó a estudiar música y a tocar
el piano en su ciudad natal. Hacia 1940, Pérez Prado había decidido componer
música sin letra con la intención de llegar a un público más internacional.
Así, en el 1948 emigró a México, donde desarrolló este nuevo ritmo junto a
músicos mexicanos. Sin embargo, fue en Estados Unidos desde donde se difundió a
todo el mundo por el éxito que allí alcanzó.
Pérez Prado
Algunos de los mambos más populares sólo se conocían
por un número, como el “Mambo nº 8” , recientemente rescatado por el cantante de raíces
africanas Lou Bega y nuevamente convertido en un éxito. Otros tenían nombre de
mujer, como “Patricia”, “Ana” o “Roberta”. También los había con títulos más
poéticos, como “Caballo negro”, “Historia de un amor” o “Aquellos ojos verdes”
Durante la década de 1950 y los primeros años de la siguiente, el mambo tuvo
gran difusión en clubes y discotecas de todo el mundo. Dámaso Pérez Prado
continuó actuando hasta poco antes de morir en México en 1989.
DEMOSTRACIÓN DE MAMBO
Se baila el mambo siguiendo un ritmo sincopado, mezcla
de música latinoamericana y jazz, y se caracteriza por presentar un tiempo de
silencio en cada compás, que se corresponde con una pausa en el movimiento de
los bailarines con el fin de acentuar la síncopa (desplazamiento del acento
rítmico del tiempo fuerte al tiempo débil del compás). Se baila en pareja,
trasladando una pierna extendida hacia adelante o hacia el costado mientras la
otra se mantiene en flexión siguiendo el ritmo básico.
Con el paso del tiempo desarrolló tres ritmos diferentes: el mambo sencillo, el
doble y el triple. Éste último dio paso al cha-cha-cha, muy en uso todavía en
los concursos de baile de salón de America Latina.
Su mezcla de elementos sonoros y orquestales de
prosapia norteamericana y la percusión y ritmo básicos de raíz cubana
constituyen la esencia de este capítulo trascendental en la historia musical de
la isla. Es evidente en esta música la influencia del jazz, especialmente del
llamado swing. Su coreografía es muy complicada. Es un baile que se puede
ejecutar solo o en pareja. La rapidez de movimientos, la sincronización y
destreza danzarias que requería, hicieron difícil su prolongación en el tiempo.
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